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5 TRUCOS PARA UNA RUTINA DE CUIDADO PERSONAL MÁS ECOLÓGICA

No nos damos cuenta, pero cada día realizamos un montón de gestos dedicados a nuestra higiene personal: lavarnos la cara, los dientes, darnos una ducha, utilizar crema hidratante corporal, facial, el tónico, un sérum… Pero, ¿reflexionamos alguna vez sobre el impacto que estos tienen en el medio ambiente?

Hoy queremos proponerte cinco pequeños cambios en tu rutina de cuidado personal para que esta sea más ecológica, natural y respetuosa con tu cuerpo.

 

El guante desmaquillante

Muchas de nosotras nos maquillamos casi todos los días. ¿Es necesario? No, claro que no, pero aquí no estamos analizando los motivos (siempre personales) de cada una para usar maquillaje; lo que queremos es hablar de la ingente cantidad de toallitas y algodones de un solo uso que desechamos sin la más mínima reflexión: se estima en unos 9 millones al día. Las toallitas desmaquillantes son aptas para perezosas, cierto, pero el guante desmaquillante cumple la misma función sin generar montañas de residuos.

Se trata de un guante de microfibra reutilizable que, una vez humedecido con agua tibia, retira eficazmente todo el maquillaje sin esfuerzo. ¿Y luego? Puedes meterlo en la lavadora y queda como nuevo, aunque también puedes lavarlo a mano para dejarlo listo para mañana. No sólo ahorras en productos desechables, sino también en jabones, leches limpiadoras o aguas micelares.

 

Cepillos de dientes de bambú

Este es el cambio más fácil: sustituye tu cepillo de dientes de plástico tradicional por uno de bambú. Esta planta puede llegar a crecer 91 centímetros al día, tardando pocas semanas en alcanzar su altura máxima. Es por ello que cada vez encontramos en las tiendas más utensilios de cocina, peines y otros enseres cotidianos hechos de este material natural y biodegradable. Piensa todo el plástico que podríamos ahorrarnos si todo el mundo sustituyese su cepillo de dientes por uno de bambú. ¿A qué estás esperando?

 

Exfoliantes naturales

Hemos estado muchos años sin enterarnos de que las partículas exfoliantes encargadas de despojarnos de las pieles muertas no eran otra cosa que microplásticos. Estas partículas viajan por los desagües de nuestras duchas hasta los ríos y el mar, son confundidas por los peces con alimento, y acaban en sus estómagos, y de ahí, a los nuestros.

 

No hay excusa: los exfoliantes naturales ya son más la regla que la excepción, y existen de tantos tipos como puedas imaginarte. Los más fabricados son en base a azúcar grueso, y también los hay de sal. Una opción que nos ha encantado es la posiblidad de comprar las partículas por separado y añadirlas a nuestro gel de ducha habitual. Tienes para escoger: semillas de fresa, hueso de melocotón triturado, arena… Cuando no tengas ninguno a mano, siempre te quedará la opción de emergencia: mezcla azúcar y miel, ¡insuperable!

 

Aceite de coco

Seguro habrás oído hablar del aceite de coco porque está de moda. No es oro todo lo que reluce y, nutricionalmente, deja mucho que desear: sus grasas son saturadas en un alto porcentaje. Pero sus propiedades para la piel y el pelo son otra historia. El ácido láurico que contiene resulta altamente nutritivo en su uso tópico. Puedes utilizarlo como bálsamo de labios, en talones agrietados o codos resecos, pero también en pequeñas cantidades para sellar las puntas abiertas o aplicarlo en el largo de la melena y dejándolo actuar unos minutos antes de aclarar, como si de una mascarilla se tratara. Puedes encontrarlo en perfumerías o herbolarios. Fíjate que en el tarro se indique “100% natural”.

 

 La copa menstrual Naturcup

Las compresas son plástico en más de un 80%. Los tampones utilizan blanqueantes tóxicos para el medio ambiente y dejan fibras en el interior de tu cuerpo. ¿Te has parado a pensar cuántas compresas y tampones utilizas en cada menstruación? Te lo resumimos: una mujer utiliza unos 234 al año. Teniendo en cuenta que la vida fértil son más de 30 años, se estima que desechará unas 9.500 unidades (unos 6 kg de residuos no reciclables). La mitad de la población mundial tiene la regla, así que sólo debemos multiplicar 3.000 millones de mujeres por esas 9.500 unidades y obtedremos un total de 28.500.000.000.000 de compresas y tampones usados contaminando un planeta cada vez más resentido. Si no quieres formar parte de eso, sabemos lo que necesitas: copa menstrual.

Se trata de un dispositivo de silicona médica en forma de campana. Se inserta en la vagina doblada (es flexible) y allí se despliega, recogiendo el flujo menstrual de forma natural, sin absorberlo. Tiene mucha mayor capacidad que un tampón o una compresa, por tanto no debes preocuparte de vaciarla tan a menudo. Lo mejor: se puede reutilizar hasta 10 años. No sólo ahorras kilos de residuos, sino muchísimo dinero. Además, es mucho mejor para tu cuerpo. Y sabemos cuál es la mejor.

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